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Postmodernismo Y Modernidad Essay Research Paper INTRODUCCIONEl

Postmodernismo Y Modernidad Essay, Research Paper


INTRODUCCION


El Postmodernismo describe la filosof?a del examinar la naturaleza del significado y del conocimiento, aunque muchos acad?micos en varios campos han debatido sobre su definici?n precisa. Los postmodernistas cuestionan la validez de la fe en la ciencia y el racionalismo que se origin? durante el Ilustramiento y que comenz? a estar asociada con la filosof?a conocida como el modernismo. Tambi?n cuestionan si la antropolog?a es, o deber?a ser una ciencia. Ya que todo el conocimiento est? necesariamente moldeado por la cultura, ellos argumentan, los antrop?logos no pueden ser objetivos en su investigaci?n.


En respuesta a este argumento, algunos antrop?logos han comenzado simplemente a estudiar y escribir sobre los efectos de la influencia de la cultura en su propia perspectiva, y en la perspectiva del resto de las personas. A pesar de que mucho de este trabajo se realiza a?n en los departamentos de antropolog?a, se ha convertido tambi?n en un ?rea particular de la investigaci?n conocida como estudios culturales. Algunos ven a los estudios culturales como una nueva disciplina, separada de la antropolog?a. Otros se refieren a estos como la fase m?s novedosa de la teor?a antropol?gica.


Los cr?ticos de la antropolog?a tradicional la ven como una forma de colonialismo y de explotaci?n. Esta noci?n ha ganado terreno a ra?z de que los antrop?logos han estudiado la historia de su propia disciplina y reexaminado la relaci?n entre el desarrollo de la antropolog?a y el colonialismo. M?s a?n, la antropolog?a tradicional ha estado siempre dominada por las ideas, investigaci?n y escritos de los Europeos y Americanos blancos. Esto tambi?n est? cambiando a medida que un mayor n?mero de personas de diversos antecedentes culturales est?n laborando en la antropolog?a y los estudios culturales.


Los investigadores trabajando con estudios culturales tambi?n han redefinido lo que es la cultura. Tienden a ver la cultura como algo que la gente negocia continuamente entre s?, en vez de algo que comparten. Esta visi?n le hace sentido a una generaci?n de antrop?logos que crecieron en la d?cada del 60 en los Estados Unidos y Europa. Durante este tiempo, la gente joven retaba las tradiciones culturales de sus padres y cuestionaban problemas tan importantes como el racismo, el sexismo y la violencia de las guerras modernas. Tambi?n comenzaron a ver muchos de los peores problemas mundiales –tales como la violencia ?tnica, la pobreza y la destrucci?n ambiental- como legados de la era colonial de la cual tambi?n surgi? la antropolog?a.


Muchos investigadores en estudios culturales han trabajado para deconstruir (separar las partes para analizar y criticar) las etnograf?as tradicionales y otros tipos de investigaci?n antropol?gica. Su an?lisis demuestra que una gran parte de esta investigaci?n pueden haber representado equivocadamente o afectado negativamente las culturas descritas. La pr?ctica de criticar los trabajos antropol?gicos iniciales no requiere adiestramiento o trabajo de campo especializado en antropolog?a. As?, el campo de los estudios culturales incluye personas educadas en t?picos tan diversos como literatura, estudios de g?nero, sociolog?a e historia.


Algunos antrop?logos han reaccionado contra las cr?ticas anticient?ficas del Postmodernismo. Rechazan la posici?n de que la investigaci?n cient?fica no puede ense?arnos nada acerca de la naturaleza del mundo o de la humanidad. Pero los cr?ticos de las pr?cticas antropol?gicas tradicionales pueden mejorar la calidad del trabajo haciendo investigaciones a?n m?s conscientes sobre los m?todos que utilizan.


Caracterizaci?n de la modernidad y la postmodernidad


Nuestra sociedad ya no es “moderna” pero queda todo un substrato de creencias de la modernidad que se van r?pidamente disolviendo. El postmodernismo es algo profundamente distinto. El pos-modernismo acaba con las ilusiones de la modernidad. Lo podr?amos caracterizar como el pensamiento de la incertidumbre, de la duda. El saber parece dominar la raz?n social por la v?a de la comercializaci?n de sus productos. Todo puede ser mercanc?a, hasta las fantas?as sexuales de los sujetos. La reacci?n posmoderna trajo consigo un desencanto respecto de la Modernidad, sus promesas y expectativas; dice Habermas en su libro “La Postmodernidad” que el proyecto moderno alcanza su apogeo con la ilustraci?n en el siglo XVIII. Sus esfuerzos se concentraron en desarrollar una ciencia objetiva, leyes universales y morales y un arte aut?nomo. Pero el objetivo ?ltimo de esta cultura especializada era el enriquecimiento de la vida cotidiana: “Los pensadores de la Ilustraci?n ten?an la extravagante expectativa que las artes y las ciencias no solo promover?an el control de las fuerzas naturales, sino tambi?n la comprensi?n del mundo y del yo, el progreso moral, la justicia de las instituciones e incluso la felicidad de los seres humanos”.Ya antes el conocimiento que la modernidad produce es puesto en tela de juicio por Nietzsche m?s que por ning?n otro, al introducir una mirada que incluye nuevas perspectivas. Esto origina podr?amos decir cuatro cuestionamientos;


a) epistemol?gico(duda de esa topolog?a en cuyo interior existir?a una entidad de acceso privilegiado, denominada “mente” y de que la verdad est? ah? fuera para ser aprehendida por el sujeto;


b) ontol?gico (duda de la existencia de esencias universales; c)metaf?sico( duda de que haya una naturaleza humana eterna e inmutable,


c) de “la creencia en una estructura estable del ser que rige el devenir y da sentido al conocimiento y normas de conducta”)


d) pol?tico (duda de la funci?n de los grandes relatos y de la posibilidad de un gran proyecto emancipador de la humanidad)


e) ?tico (duda de la posibilidad de una ?tica universal fundamentada sobre s?lidas bases epistemol?gicas, antropol?gicas y ontol?gicas).


Ahora bien, no s?lo debemos quedar en una posici?n cuestionadora sino que tenemos que construir un discurso que nos permita pensar aqu? y ahora nuestras sociedades, que sea ?til en el planteamiento de objetivos y formas eficaces para la acci?n. De lo contrario, la comprensi?n del conflicto modernidad/posmodernidad es por s? misma est?ril, a no ser que obtengamos estructuras formales productivas(herramientas) ?tiles para construir sea una vida privada, sea una p?blica o social, donde el deseo transite con toda su fuerza creadora. Quienes vivimos en este continente no podemos menos que pensar como latinoamericanos. En gran medida, el rechazo a las descripciones posmodernas de la sociedad y del sujeto es producto del miedo y de la incomprensi?n. Nos resulta dif?cil pensar que el terror impere bajo el manto del criterio de eficiencia, nos negamos a aceptar la imposibilidad, por lo menos inmediata, de los grandes proyectos emancipadores fundados en los metarelatos, y atribuimos estas descripciones a las mentes alucinadas de quienes las exponen.


El pensamiento posmoderno, sucesor de los rasgos rom?nticos y art?sticos de la modernidad enfatiza la afirmaci?n de la diferencia, la importancia del saber narrativo, de sus contenidos. Pero el an?lisis puede llevar a la acci?n, conduce la praxis, “con conocimiento de causa”, como dir?a Lyofard, y por ello, tal vez con mayores posibilidades de ?xito. Aunque la empresa no tenga presentaciones universales, evita el riesgo de idealizar la sociedad, sus instituciones e individuos. De hecho, los latinoamericanos tenemos ya mucho de posmodernos. Hay que decir, todav?a, que los an?lisis pos-modernos est?n apareciendo con gran fuerza en el campo de la disciplinas f?sicas, as? son varios los f?sicos te?ricos que describen las teor?as cosmol?gicas – el Big-Bang, por ejemplo-ya no como hechos “objetivos”, es decir realmente sucedidos, sino como narraciones que son el resultado de una manera especifica de observar la realidad f?sica y de juntar datos recogidos separadamente(como en las rapsodias antiguas, donde “rapsodia” etimol?gicamente quiere decir “coser junto historias distintas”). Los pos-modernos entienden la imposibilidad de utilizar, en las ciencias humanas, los esquemas del siglo XIX de los cuales Foucault ser?a “posmoderno” no por el hecho de que privilegie el concepto de poder, sino porque descubre filosof?a en la historia de la medicina, o de la locura, o de la prisi?n denunciando las contradicciones y los aspectos perversos.


La ciencia se despide de la objetividad cl?sica de la modernidad, y afirma que a?n el tiempo y el espacio deben ser considerados como construcciones conceptuales y no un hecho del mundo objetivo, es decir los pensadores no s?lo epistemol?gicos de la ciencia, sino toda la matriz conceptual moderna ” El concepto de saber se desplaza radicalmente de lo que consideramos cient?fico y confiable hacia la afirmaci?n de que estas son coordenadas de nuestra experiencia. De aqu? surge la base del constructivismo radical, en el cual el saber no tiene funci?n de reflejar la realidad objetiva sino de capacitarnos para obrar y alcanzar objetivos en nuestra experiencia, adecuarse, pero no coincidir “. El saber entonces es poder obrar adecuadamente. Surgieron despu?s pensadores m?s radicalizados que se inscribieron en los denominados sist?mico-constructivistas. Sus dos principales exponentes son Von Foerster y Von Glaserfeld. Ellos profundizan el antiobjetivismo de la realidad. Famosa es la cita de Von Foerster al afirmar que la objetividad es una ilusi?n de que las observaciones pueden hacerse sin un observador. Por ello este pensador plantea que “el mundo que tenemos que tener en cuenta es un mundo *subjetivo* dependiente de la descripci?n y que incluye al observador” y es m?s se?ala: “Esas propiedades son propiedades de descripciones (representaciones) y no propiedades de objetos. En realidad como veremos los objetos deben su existencia a las propiedades de las representaciones”.


Lo “moderno” se manifiesta con la Ilustraci?n del siglo XVIII y, en pol?tica, con las revoluciones burguesas liberales y despu?s con las revoluciones socialistas, es decir con la Revoluci?n Francesa, Americana, las Latino-Americanas, y mas adelante, la Rusa y la China. Sus antecedentes se encuentran en el Racionalismo del siglo XVII y, por algunos aspectos, en el Renacimiento. La idea fundamental es la de “progreso”: se cree que la Humanidad pueda progresar indefinidamente si el hombre llega a conocer las leyes b?sicas – f?sicas, biol?gicas, psicol?gicas, hist?ricas, pol?tico-sociales, etc.- que rigen la naturaleza y la vida humana individual y colectiva. La otra creencia b?sica se refiere a la “realidad”: se cree que hay una “realidad objetiva” que se puede indagar con los procedimientos de las ciencias f?sicas, es decir con el m?todo galileano de la hip?tesis que tiene que ser comprobada o rechazada a trav?s del experimento. Pero esta “realidad objetiva” tiende a involucrar no solo al mundo material sino tambi?n al mundo social, hist?rico y psicol?gico. Entonces la realidad humana se la asimila a la realidad f?sico material, el hombre se transforma en una suerte de maquina biol?gica que se estudia con las mismas metodolog?as de las ciencias f?sicas. Ahora bien que podemos decir desde este, nuestro lugar de analistas en esta realidad que nos toca vivir y donde la postmodernidad que nos atraviesa pareciera fundar una nueva ?tica: todo puede hacerse, decirse, mostrarse. No hay Juicio Final, hay Punto Final, obediencia debida ,es decir: completa impunidad. Instalando una cultura de la desaparici?n y de la impunidad, no hay muertos, hay desaparecidos, no hay culpables, hay indultados. Somos enfrentados a los hechos como si fuera posible acceder a ellos desconociendo el orden significante (Jameson, 1998)


Un sujeto no puede encontrarse con los hechos como tales. Siempre los hallar? ordenados seg?n las leyes del lenguaje. El sujeto accede a los hechos por el orden simb?lico. La ilusi?n ya no es posible como freno a lo real. En “Las estrategias fatales”, Jean Baudrillard presenta el paradigma de la postmodernidad como una “escalada a los extremos”. Reivindicando el car?cter antag?nico de la cultura, consigna que estamos ante la victoria absoluta de la seducci?n del objeto por sobre el sujeto y su deseo. Lo cultural, aun en sus aspectos mas obscenamente violentos, se presenta a trav?s de los medios como un espect?culo continuo, predominantemente visual. Todo es transparente, todo puede verse, todo es ef?mero, se agota en el v?rtigo de la mirada. En la sociedad moderna, como lo refiere Colette Soler, cada uno vale lo que tiene para vender, cada qui?n se procura un espacio donde exponer su saber o su saber-hacer para luego poderlo vender, la pluralidad de los saberes se cotizan en el mercado y marcan diferencias entre las personas, cuanto mas complicado o inaccesible es ese saber, mas alto el valor del mercado”.


En la postmodernidad se muestran los acontecimientos como anomal?as sin consecuencias, que no dependen de ninguna ley. Eventos en los que coinciden causa y fin, hechos cerrados sobre s? mismos, ininteligibles. No hay modo de conceptuar, la velocidad y cantidad de la informaci?n producen un abrumador efecto, donde el sentido escapa, huye de nuestra comprensi?n y donde pareciera, ya no ser importante. En ellas faltan las l?neas de uni?n que marcan la incidencia del tiempo en la producci?n de los sucesos. Aparecen rotundamente, de un solo golpe. La inmediatez de la cat?strofe nos hunde en la indiferencia y la par?lisis. A los psicoanalistas nos preocupan, en este fin de siglo, las “patolog?as del acto”(drogadicci?n, alcoholismo). Esta destituci?n de la palabra pone en jaque nuestro instrumento privilegiado. El “borramiento” que en la postmodernidad se impone sobre la funci?n mediadora de la familia, cuya especificidad es establecer los primeros lazos afectivos y moderar, a trav?s del discurso que en ella se origina, la violencia que la cultura ejerce sobre el sujeto, esto produce efectos devastadores. La violencia reaparece en sus formas m?s crueles, como destrucci?n del otro y, sobre todo, como autodestrucci?n. El desamparo se manifiesta no solo en el aflojamiento de los lazos afectivos, sino, por sobre todo, en la absoluta inconsistencia del sujeto para afrontar un modelo que se centra en los objetos y anonada el deseo. Donde Ello (impersonal) goza, dir? Lacan, el Yo que habla debe advenir.


El esfuerzo del sujeto se define as? como un deber desirven ultima instancia asumir lo que somos y lo que no somos, sustentar una ?tica que enfrente el valor de la palabra a la crudeza del acto, en clara oposici?n a nuestra ilimitada capacidad de autodestrucci?n.


La perspectiva de Arjun Appadurai


Appadurai sugiere lo contrario a muchas de las grandes teor?as de las ciencias sociales occidentales (Comte, Marx, T?nnies, Weber, Durkheim) y de la teor?a de la modernizaci?n, que el modernismo es auto consciente y experimentado de forma dispareja, contrario a un simple mom

ento de pausa entre el pasado y el presente. Esta visi?n convencional dicotomiza la tradici?n y la modernidad y no toma en cuenta los cambios y las pol?ticas del pasado. En cambio, propone una “teor?a de rompimiento” que asume a los medios de comunicaci?n y la migraci?n como sus ?reas principales de estudio, explorando sus efectos conjuntos en la imaginaci?n como un elemento importante y constitutivo de la subjetividad moderna (Appadurai, 1996)


Appadurai explora c?mo los medios electr?nicos ofrecen recursos nuevos todos los d?as y disciplinas para la imaginaci?n del yo y del mundo. Sugiere que la similitud, el movimiento y la emigraci?n causan una nueva inestabilidad en la creaci?n de la subjetividad. En acuerdo con el flujo mundial de im?genes mediadas por las masas, producen esferas p?blicas esferas p?blicas que confunden las teor?as del cambio social que est?n centradas en el estado. Hace tres distinciones b?sicas de la imaginaci?n en el mundo postmoderno:


1) Distinci?n entre lo excepcional y la pr?ctica diaria:


La imaginaci?n ha salido del espacio expresivo del arte, mito y ritual bajo el dominio de individuos especialistas y carism?ticos para convertirse en parte de la vida diaria y de las pr?cticas comunes de la gente ordinaria, quienes antes estaban excluidas.


La di?spora moderna, ya sea voluntaria o forzada, se distingue a s? misma de formas pasadas de emigraci?n en el sentido de que actualmente la imaginaci?n mediada por las masas frecuentemente trasciende las fronteras del espacio nacional, y las pol?ticas de adaptaci?n, movimiento y regreso est?n profundamente afectadas por im?genes, libretos, modelos y narrativas mediadas por las masas. Las esferas p?blicas ya no son peque?as, marginadas o excepcionales.


2) Distinci?n entre imaginaci?n y fantas?a


Muchos cr?ticos de la cultura de masas (Frankfurt School, Weber, Talcott Parsons, Edward Shils, Daniel Lerner, Alex Inkeles) describieron un mundo moderno basado en la racionalidad creciente, la religiosidad que disminuye, aumento en el consumo y la p?rdida de actividad, juego y espontaneidad. Appadurai indica que hay evidencia de que nuevas modalidades de religiosidad no han muerto, sino incluso han sido alimentadas por los medios y redes de comunicaci?n mundiales. Los cr?ticos del discurso del “imperialismo e los medios” han demostrado que el consumo de los medios de comunicaci?n no necesariamente resulta en la pasividad, sino a menudo evoca resistencia y selectividad. Mientras la fantas?a representa el concepto del “opio de las masas” implicando entonces pasividad y una “conciencia falsa”, la imaginaci?n es el preludio a la expresi?n, y especialmente cuando es colectiva, promueve la acci?n en vez de prevenirla. Entonces, “la imaginaci?n es hoy una base fuerte para la acci?n, y no solamente para el escape” (1996: 7).


3) Distinci?n entre el sentido de imaginaci?n del individuo y del colectivo


La imaginaci?n es ahora propiedad del colectivo, creando “comunidades de sentimiento”, grupos que imaginan y sienten las cosas juntos. Benedict Anderson ha demostrado c?mo el capitalismo impreso ha creado “comunidades imaginadas” de personas que nunca han tenido contacto cara a cara, lo que era un prerrequisito para la formaci?n de las naciones-estados. El capitalismo electr?nico ha producido formas que, yendo por encima del potencial de la prensa escrita para unir a las comunidades y el nivel de la naci?n-estado, trabajan transnacionalmente e internacionalmente. Estas comunidades acarrean el potencial de moverse de la imaginaci?n compartida a la acci?n colectiva. Como un ejemplo, Appadurai muestra como el “asunto Rushdie” es sobre un texto en movimiento, cuya trayectoria de consumo lo llev? fuera del espacio occidental de la libertad art?stica y de expresi?n hacia el espacio de las autoridades religiosas y sus propias esferas transnacionales (y los muy diferentes escenarios de Nueva York, Nueva Delhi y otros). La transformaci?n de las subjetividades de todos los d?as a trav?s de los medios y de la imaginaci?n es no solamente un hecho cultural, sino profundamente conectado a la pol?tica a trav?s de las nuevas formas en que los intereses individuales entrecruzan los de la naci?n-estado. Las batallas actuales sobre los derechos de los inmigrantes no son solamente una variante m?s de las pol?ticas del pluralismo: son acerca de la capacidad de las naciones-estado para contener las pol?ticas de sus minor?as dispersas.


Esta “teor?a de la ruptura ” es una reciente, puesto que es solamente en las ?ltimas dos d?cadas que los medios y la migraci?n han sido globalizados tan masivamente a trav?s de terrenos transnacionales. Seg?n Appadurai, su acercamiento no es ninguna actualizaci?n mera de teor?as sociales m?s viejas sobre la modernidad, sino que presenta algo radicalmente nuevo. Su foco no es la ingenier?a social a gran escala (llevada a cabo por los estados, agencies internacionales y otras elites), sino en la pr?ctica cultural de todos los d?as y la transformaci?n de la imaginaci?n. El sospecha de cualquier clase de prognosis a donde el presente nos lleve en t?rminos de nacionalismo, violencia y justicia social.


Su teor?a sobre la pausa, basada en la fuerza conjunta de los medios y la emigraci?n, se aleja de los enfoques cl?sicos que dependen de la prominencia de la naci?n-estado, y es en cambio expl?citamente transnacional y a?n postnacional. No provee modelos alternativos expl?citos, pero sugiere que las formas sociales existentes actualmente acarrean el potencial de formas m?s diversas y dispersas de lealtad transnacional. Los movimientos activistas envueltos con los asuntos de las mujeres, el ambiente, los derechos humanos, etc. Han creado una esfera de discurso transnacional, descansando en la autoridad de personas desplazadas como los refugiados o exiliados. Sin embargo, ?l admite que la movida de los movimientos transnacionales hacia formas transnacionales sostenibles de gobierno no pueden ser suficientemente explicadas por este enfoque.


La globalizaci?n y la emergencia de una antropolog?a transnacional


Para Appadurai, la situaci?n global es interactiva m?s que dominada por un solo lado. Los Estados Unidos ya no domina el sistema mundial de im?genes, sino que son una funci?n de un sistema transicional complejo de “paisajes imaginarios”. En su citado documento “Disjuncture and difference in the global cultural economy,” ?l argumenta que en esta nueva coyuntura, la invenci?n de la tradici?n y otros signos de identidad se debilita, mientras la “b?squeda de certidumbres es regularmente frustrada por la fluidez de la comunicaci?n transicional.” Tambi?n enfatiza que hay varios miedos alternativos a aquel de la americanizaci?n: “vale la pena notar que para la gente de Irian Jaya, la Indonesianizaci?n puede ser m?s preocupante que la americanizaci?n, as? como la japonizaci?n puede ser para los coreanos, la indianizaci?n para los de Sri Lanka, la vietnamizaci?n para los camboyanos, la rusianizaci?n para la gente de Armenia Sovi?tica y las rep?blicas B?lticas,” y nos recuerda que “la comunidad imaginada de un hombre es la prisi?n pol?tica de otro.”


Appadurai diferencia cinco dimensiones de “paisajes” globales, fluyendo a trav?s de fronteras culturales: 1) “ethnoscapes”, el paisaje de las personas que constituyen el mundo cambiante en el que la gente vive; 2) “technoscapes”, la configuraci?n global de las tecnolog?as movi?ndose a altas velocidades a trav?s de fronteras anteriormente impermeables, 3) “financescapes”, la red global de especulaci?n con la moneda corriente y la transferencia de capital, 4) “mediascapes”, la distribuci?n de las capacidades para producir y diseminar informaci?n y el amplio repertorio de im?genes y narrativas, 5) “ideoscapes”, ideolog?as de los estados y movimientos contra-ideolog?as, alrededor de los cuales las naciones-estado han organizado sus pol?ticas.


Appadurai enfatiza que la globalizaci?n y la localizaci?n de los procesos, o la “homogenizaci?n global” y la “heterogenizaci?n” se alimentan y se refuerzan entre s? en vez de ser mutuamente exclusivas, y requieren m?s estudios antropol?gicos en la “producci?n de la localidad”. Los cambios econ?micos, pol?ticos y culturales expandidos mundialmente y que han ocurrido durante las pasadas d?cadas han hecho absolutamente esencial darle sentido al proceso conocido colectivamente como la “globalizaci?n.” Ha habido una industria creciente en las publicaciones populares y acad?micas que proponen hacer esto. En un sentido el mundo ha sido globalizado desde el momento de la llegada de Col?n al Nuevo Mundo.


Lo que caracteriza el inter?s actual en la globalizaci?n es sin duda la intensificaci?n de este proceso debido al advenimiento de tecnolog?as nuevas en los medios, lo que ha colapsado el globo espacialmente hablando y ha penetrado todo el mundo con im?genes de las glorias del consumerismo. El rol de los medios en la transformaci?n del mundo debe entonces figurar prominentemente en cualquier recuento de la globalizaci?n. En Modernity at Large, Arjun Appadurai posiciona a los medios en el centro de su discusi?n sobre el presente global, y su visi?n de los medios constituye a la vez todas las fortalezas y debilidades que se reflejan en los ensayos incluidos en esta publicaci?n.


Para aquellos cuya profesi?n es examinar los productos culturales o incluso culturas completas (desde los cr?ticos literarios hasta los antrop?logos), la globalizaci?n significa que se deben asumir nuevos enfoques ye idear nuevos discursos para explicar el presente. De pronto todo est? sujeto a dudas y necesita ser revisado. No es posible imaginar el mundo como una colecci?n de espacios aut?nomos, ya sean espacios imaginados como naciones, regiones o culturas demarcadas por regi?n o por naci?n. A?n as?, es la relaci?n de la cultura con los espacios definidos y determinados lo que contin?a siendo dado por hecho en la mayor?a de las ciencias sociales y humanidades. Los estudios literarios est? a?n divididos en especialidades nacionales, pero los estudios por ?reas han comenzado a dominar las ciencias sociales. El pensar en un mundo que ha sido globalizado requiere un pensamiento de una cultura sin espacio, una tarea muy dif?cil y compleja que termina con todos los procesos establecidos de las pr?cticas acad?micas.


Es importante recordar que la globalizaci?n es un proceso desigual, y que algunas de las formas que produce aparentan ser signos de una relaci?n neo-imperialista entre las culturas y pa?ses del “oeste y del resto”. Por ejemplo, la lista de Benjamin R. Barber’s de las pel?culas m?s taquilleras del a?o 1991 en 22 pa?ses alrededor del mundo indica tanto la dominaci?n del producto estadounidense en el extranjero, como probablemente la homogeneizaci?n creciente de la cultura mundial: desde Brasil hasta Polonia hasta Malasia, pel?culas como Terminator 2, Dances with Wolves, Robin Hood and Home Alone se mantuvieron en las primeras posiciones, mientras que el cine producido localmente o en pa?ses fuera de los Estados Unios aparec?a muy infrecuentemente, si es que aparec?a.


Los efectos y dimensiones de tal “imperialismo cultural” son mucho m?s ambiguos y dif?ciles de entender de lo que mucha gente pensar?a. Mientras en cierto sentido es posible ver al mundo como inexorablemente “americanizado”, las respuestas y reacciones a los productos culturales americanos en otras partes del mundo no se asemejan a una aceptaci?n masiva de las relaciones imperialistas. Y por supuesto, es dif?cil ver a Am?rica con un sistema cultural confiado y seguro de s? mismo que sea capaz de forzar sin problemas su forma de vida particular sobre el resto del mundo. La constituci?n del t?rmino “americano” ha sido por s? misma muy debatida por un gran grupo de sectores culturales y sociales, y tambi?n por grupos dispersos que est?n tratando activamente de remoldear lo que es probablemente el ?ltimo centro imperial hacia un espacio m?s bondadoso y sutil que no sea ya el centro de nada.


Uno de los peligros de intentar ofrecer un recuento de la globalizaci?n que no la vea como otro nombre m?s para el imperialismo cultural en su sentido m?s b?sico es que es posible volverse demasiado entusiasta sobre la capacidad de otras culturas de modificar y resistir la llamada americanizaci?n. Es importante no convertir el imperialismo cultural global en un sistema total dentro del cual la resistencia sea imposible. Pero es posible tambi?n cometer errores en el otro sentido, viendo resistencia en tantos lugares que se vuelve dif?cil entender por qu? Hollywood no est? en quiebra, por qu? los programas de televisi?n no consisten solamente de historias humanas y sensibles; en fin, por qu? el mundo no es ya fundamentalmente diferente.


Las dos ideas clave introducidas por Appadurai en el ensayo “Disjuncture and Difference in the Global Cultural Economy” constituyen la base te?rica para el resto de su libro Modernity at Large. La primera de ellas es la sugerencia del autor de que hay un nuevo rol para la imaginaci?n en el presente. La segunda se encuentra en el neologismo que Appadurai inventa aqu? y por el cual se le conoce mejor. Es el uso del sufijo “scape”, el cual combinado con los prefijos apropiados–ethno-, media-, techno-, finance- e ideo—ofrece un marco para examinar la “nueva econom?a cultural global – un orden complejo y disyuntivo que no puede ya ser entendido en t?rminos de modelos existentes de periferia central.”


La conjunci?n entre los medios y la migraci?n es esencial para entender el vocabulario de “scapes” o como el autor se?ala en otra parte del libro “confluencias” o “cascadas” Si la modernidad est? “en grande”, es porque ahora excede las fronteras y las determinaciones de la naci?n. Hacer sentido de este fen?meno global contempor?neo requiere el estudio de algo m?s all? que el espacio limitado de la naci?n, y las teor?as sociales deben ser reformuladas siguiendo el paso de este nuevo mundo sin territorios.


Bibliography


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Buitrago Ortiz, Carlos y Eva Villal?n Soler. Transnacionalismo y fragmentaci?n: Un acercamiento a trabajadores agr?colas migrantes mexicanos. R?o Piedras, Universidad de Puerto Rico.


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Kearney, Michael. 1996. Reconceptualizing the Peasantry. Anthropology in Global Perspective. Boulder: Westview Press.


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